En 1986, la escena de la televisión latinoamericana comenzaba a surgir como una fuerza en el mercado de exportación (tanto que VideoAge lanzó una versión en español, VideoEra). En su momento fue la primera publicación de este tipo para el sector en América Latina.

VideoEra disfrutó de una breve vida útil porque, pese a que el territorio estaba inundado de actividades relacionadas con la televisión, aún no había alcanzado la “masa crítica” necesaria para respaldar una publicación comercial. A ello hay agregarle el hecho de que los vendedores, en su mayoría estadounidenses, todavía luchaban con las cobranzas pendientes en ese vasto territorio y, por lo tanto, estaban menos dispuestos a promocionar sus espectáculos en Latinoamérica.

Pasó una década más o menos hasta la verdadera explosión del mercado de exportación de contenido latinoamericano, que fue recibida por no menos de 10 publicaciones comerciales en idioma español solo para ese territorio. El primero nació en Miami, Florida, en 1988. VideoAge volvió a los artículos en español poco después, en 1994, pero solo como parte de sus ediciones principales.

El mercado internacional para contenidos de televisión latinoamericanos despegó a gran escala a fines de la década de 1980 con telenovelas, principalmente de la Rede Globo de Brasil y Protele de México (de Televisa).

En la década de 1990, no menos de 10 distribuidores adicionales de la región ingresaron al mercado internacional, con compañías como Coral (RCTV), Telefe, Artear, Tepuy y Television Latina (de Venevision).

Para el año 2001, con el aumento de la actividad de los países de Europa Central y Oriental (CEE) y los antiguos territorios soviéticos (CIS), que también fueron servidos en bandeja de plata por los mercados de DISCOP en Budapest en 1994, las telenovelas de las compañías de América Latina no iban a quedarse sentadas en los estantes por mucho tiempo. Las estaciones ni siquiera podían esperar el envío de las cintas de cassette; directamente tomaron el contenido de los DVD de los distribuidores.

A pesar de que los mercados de CEE y CIS se estaban enfriando en 2007, la cumbre para los contenidos de América Latina no se alcanzó hasta 2013, cuando MIPCOM declaró a Argentina como el País de Honor del año. Esto sucedió de nuevo en 2014 cuando el mismo honor fue para México (foto de la portada).

Apenas un año después, las primeras grietas comenzaron a mostrarse en la base de la industria de exportación latinoamericana. Venevision de Venezuela abandonó el campo, siguiendo el camino elegido anteriormente por Coral-RCTV de Venezuela.

Luego, en 2016, Artear de Argentina se retiró del mercado de ventas de contenido de televisión del mundo, seguido después por Telefe, que dejó de ser una marca internacional, cuando fue adquirida por Viacom. Para entonces, a Argentina solo le quedaban dos empresas de marcas exportadoras: Telefilms y Ledafilms, pero solo para los territorios latinoamericanos. Anteriormente, en 2007, Tepuy, una empresa hispano-venezolana con sede en los Estados Unidos, fue adquirida por Telemundo, propiedad de la red estadounidense de televisión NBC.

En 2016, el colombiano Caracol también comenzó a recortar sus esfuerzos de marketing internacional, al igual que la mexicana Televisa que los redujo drásticamente. Tradicionalmente, Caracol fue el creador de la marca de Colombia, mientras que la competencia RCN asumió un papel marginal en la escena de ventas de contenido internacional.

A pesar de las perspectivas tormentosas, las grandes compañías latinoamericanas querían salvar la cara, por lo que siguieron marchando. Sin embargo, no fue hasta que los problemas internacionales de Televisa salieron a la luz pública en 2017, cuando la exportación de contenido de América Latina realmente comenzó a disminuir.

No pasó mucho tiempo antes de que la televisión mexicana Azteca y Comarex siguieran el camino de Televisa. Incluso la otrora poderosa internacionalmente Rede Globo quedó marginada, con solo Record TV manteniendo la llama encendida y haciendo ondear la bandera brasileña.

Luego, en 2017, la región perdió a uno de los grandes constructores de marcas cuando Telemundo International finalizó sus operaciones individuales y fue absorbida formalmente por su empresa matriz, NBCUniversal. Univision, la competencia nacional de Telemundo, nunca fue una gran fuerza fuera del mercado televisivo hispano de los Estados Unidos. Por lo que fue un gran golpe.

La agitación también se reflejó en la Conferencia de TV por Cable anual en Buenos Aires, que en 2015 comenzó a perder expositores y participantes en grupos.

NATPE Budapest y el ATF en Singapur, que a principios de la década de 2000 eran referenciales para las empresas latinoamericanas, experimentaron un descenso significativo de participantes de la región. En 2017, solo había tres expositores de América Latina en el ATF, frente a 10 del año anterior.

Perú intentó hacer algunas incursiones en la escena de contenido de TV internacional en 2016, pero hasta la fecha aún no ha podido tomar vuelo. Mientras tanto, Chile tuvo cierto éxito durante la ola de coproducciones con Telemundo Internacional cuando pudo aprovechar la fuerza de marketing de la estadounidense, pero poco después, con la compañía incorporada a su grupo matriz, Chile volvió a los márgenes en lo que se refiere a presencia internacional.

Pero ese no fue siempre el caso. Chile tenía su propio lugar bajo el sol cuando Osvaldo Barzelatto fundó su propia compañía, RTL, en 1979, en Santiago de Chile. Se convirtió en una de las compañías de ventas de contenido de TV más grande de América Latina. RTL se hizo famoso por ser anfitrión de lujosos almuerzos en NATPE y en L.A. Screenings. RTL duró hasta 2005, cuando Barzelatto se retiró.

Cabe señalar que las exportaciones internacionales de contenido de televisión de América Latina fueron impulsadas principalmente por producciones propias de las cadenas de televisión abierta (por ejemplo, Venevision, Telefe, Caracol, Televisa, etc.). El entorno empresarial cambiante llevó a estas redes de televisión a buscar operaciones conjuntas con productoras locales motorizadas por producciones comisionadas desde los estudios de Estados Unidos, que conservaban los derechos de distribución internacional. Este desarrollo fue una bendición para los productores locales, especialmente de México, Colombia y Argentina. Se multiplicaron como conejos, pero privaron al mercado de exportación latinoamericano de los derechos sobre los contenidos.

Menos afectados por este nuevo paradigma resultaron Record TV de Brasil (que sigue teniendo una lista de producción florida) y, para el mercado de América Latina, Telefilms y Ledafilms de Argentina, con carteras en las que predomina mayoritariamente el contenido cinematográfico de los Estados Unidos.

Hoy, un grupo de líderes muy capaces, como Alberto Ciurana de TV Azteca, Jeff Symon de Televisa y Marcel Vinay Jr. de Comarex, están trabajando para restaurar a Latinoamérica como una fuente de buen contenido para el mercado internacional de televisión. Pero con una mayor competencia, especialmente de las compañías turcas, y la reducción del poder de marketing, será una batalla cuesta arriba.

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